4.12.07

Los ejecutados no son obra de la casualidad

No es quién vivió aquí/ sino quién murió aquí;/ y no se trata de cuándo,/ sino de cómo;/ no son/ los grandes conocidos/ sino los grandes que murieron sin ser conocidos;/ no es/ la historia/ de los países/ sino las vidas de los hombres.
Madrigales de la Pensión
Charles Bukowski
El año 2007 está muerto. Tan difunto como los ocho ejecutados en Hidalgo el pasado fin de semana. La aparición de cadáveres no es obra de la casualidad, por el contrario, es una consecuencia de los actos ilícitos que ocurren en nuestro territorio. Mienten aquellos que intentan tapar al sol con un dedo. Las defunciones que ahora se denuncian son únicamente un leve reflejo de la inseguridad que gozamos.

Si de ejemplos se trata podríamos citar lo que ha sucedido en las últimas décadas en Ciudad Sahagún, en donde —sin motivo aparente y después de la caída del lugar como uno de los principales centros industriales del país—, el incremento de ricos, autos importados, consumo de drogas, tráfico de armas y nivel de mortandad no corresponde con el decremento que socialmente hubiera heredado un parque industrial en ruinas.

Otro ejemplo se encuentra la aparición de células de alta criminalidad en Huasca, Mineral del Monte, Actopan, Tula, etc… esto puede explicarse si pensamos que Hidalgo, al ser uno de los estados más pobres de la república, es un excelente sitio para ocultarse. Otro punto que se suma es la posición estratégica en la geografía nacional; ya que al estar ubicado en el centro, inevitablemente es un lugar de paso.

Hasta aquí estas citas pueden sonar tan vanas como las negaciones que se profieren respecto a la existencia de grupos delictivos de alta esfera. Pero la verdad nunca ha aparecido impresa. La realidad no puede ser contada en unas cuantas líneas. Las historias de horror, sangre y miedo no están en las rotativas, pero sí se respiran, se palpan y se sufren entre quienes las padecen.

No podemos engañarnos. Nuestro paso por este mundo es tan breve, tan diminuto, que incluso no nos damos cuenta de la realidad que nos ocurre y nos rebasa a unos cuantos metros. Antes, al observar las noticias sobre el narcotráfico en el norte del país, sentíamos tan lejano a México que nos pensábamos en un país distinto, que nos olvidamos que para poder llegar al norte la ruta venía del sur y pasaba por el centro. Y el de Hidalgo es demasiado vulnerable.