28.9.09

Oficio de estar solo

Desde que regresé
el aspecto de la ciudad
me era desagradable
por la incuria y el estado de ebriedad
casi constante en que me mantuve,
leí sucesos de este mínimo buscar
donde reconocemos lo oscuro del calor,
el canto de las formas acopladas, el énfasis del ritmo,
la curva arenosa de los cuerpos reptando
con su pálido sabor de ofrendas mutiladas,
sin más verano que este otoño,
sin hogar por la guerra de los días,
mi patria yacía entre dos continentes.
Desde que regresé
retrocedí a sentirme perseguido por las pupilas del miedo,
y en este desierto, hubo oasis de hombres nobles
que me obsequiaron cenas que no merecía,
tuve amaneceres con noticias en bucle
y horas, muchas horas,
para pensar en este oficio de estar solo.
Ahora, atento como un búho
abro los sentidos.
En vigilia permanente
aguardo la lección
en que aprenda a ser silencio.