23.12.05

¿Me invita otro ron?

No se puede encontrar un lugar agradable y tranquilo,
porque no lo hay
Holden Caufield

-¿Qué pasó vecino?...¿Porqué tan aprisa?...¿No gusta un ron?
-Sabe es que la verdad me esperan, mejor otro día
-Sólo uno. Total. ¿Qué tanto es tantito?...además es por convivir aquí con los vecinos
-Tiene razón, sirváme uno por favor
-¿Con hielo?
-Si por favor. Con tres está bien...
-¿Qué tal el trabajo?... se ve que viene de la pura fiesta de navidad
- Si, ya sabe como es esto de las cenas decembrinas
-¿Qué tal estuvo?¿Qué tal, si había chicas en la cena?
-Bien muy bien, deje le cuento, lo que uno busca es tener claridad; equilibrio y orden aún en el deliro y en la locura; uno busca no tener filosofía alguna, sólo tener alma; pero esto me fue imposible al verla entrar en la cena de hoy. Imagínese vecino, traía el cabello lacio, super negro, con las puntas hacía adentro; con ese look se enmarcaban sus hermosos ojos cafés, su bella piel apiñonada, y sus labios. ¡Dios mío!... sin duda eran los labios más carnosos que había contemplado.
-¡Salud por los labios!
-Tiene usted razón como no beber un buen trago en honor a esos labios...¡Salud!
-Hábleme más de esa mujer
-Imagínese, tenía unos senos duros, firmes, redondos. Una cintura digamos delgada. Y unas nalgas, se los digo en serio, tan duras como el asfalto de la carretera del Sol. Vestía toda de negro. Al observarla fue inevitable seguir pensando en otra cosa que no fuera adivinar su nombre.
-¿Le sirvo otra?
-Que pena, sabe, es que me esperan en casa
-Sólo una mientras me termina de contar de esa mujer que lo embrujó
-Bueno, una más. Igualita pero con más ron y otro hielito
-¿Está bien así?
-Si, muchas gracias.
Les estaba contando que durante toda la noche me la pasé escuchando la perorata de mis compañeros de trabajo. Puras trivialidades de gente mediocre. No como ustedes, que sólo hablan cosas interesantes.
-Hombre gracias por el detalle. Pero...¿Qué me decía de la mujer?
-Es verdad, la mujer. Bueno, pues la mujer era amiga de la esposa de mi jefe y había asistido como invitada; ya que según los chismes de mi mesa, ella acababa de enviudar. Imagínese vecino, una mujer de esas proporciones viuda antes de cumplir treinta años. Era evidente que lo que necesitaba era distensión.
Y ahí estaba, jodida y radiante. Sentada con la pierna cruzada, regalando sonrisas ocasionales a los comensales, quienes desde mi mesa parecían ser su séquito, listos para los designios que de su boca emanaran.
La noche transcurrió normal, en alguna esquina alguien se transformaba por los efluvios del alcohol. Por cierto, ¿No tendrá otra cubita?... esto de contarle me ha dejado un poco seca la garganta.
-Desde luego, acerque su vaso
-Gracias...les estaba diciendo que al fondo del salón se armó una reyerta entre Yépez e Hidalgo, quienes discutían por el año en que había sido editada la traducción que Jorge Luis Borges realizó sobre las “Crónicas Marcianas” de Ray Bradbury, Les digo, fue tal el alboroto que tuvieron que apagar la música y sacar a ambos del salón para que se tranquilizaran los ánimos.
Mientras esto transcurría y gracias a mi pericia para meterme en problemas, terminé sentado junto a la hermosa mujer; quien al parecer ya también había bebido demasiado, porque cuando la saludé, de sus labios surgió una voz fracturada por el whisky que atinó a decirme -Creooo...que suss amigosss sooon....unosssss...verdaderossss salvajesss, pero, pero usted está chistoso...necesito ir al tocador- Fue entonces cuando en mi cuerpo todo estalló, la ayude a levantarse de la mesa, e intenté acompañarla al baño. Argumentando que ella podía ir sola, que estaba bien, no me lo permitió. Así se condujo hasta el wc, y al llegar a la puerta la observé como volaba descendiendo contra el suelo, propinandose un santo madrazo que le reventó sus linda boca.
Inmediatamente la esposa de mi jefe, que salía del baño, la levantó como pudo y la condujo hasta el tocador. Ambas salieron todas descompuestas. Levantaron sus abrigos de la mesa y emprendieron retirada. Después de esto no tenía nada que hacer ahí.
-Jajaja, bueno vecino, eso está algo cagado, pero ¿Qué tiene de interesante?...
-No, nada. Yo sólo se los contaba por hacer platica...¿Me invita otro ron?