30.11.05

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Bacanal se refiere a las fiestas del imperio romano celebradas en honor a dios Baco. Bacanal también significa orgía con mucho desorden y tumulto, pues estas fiestas terminaban así. Los romanos adoraban al dios Baco, o Dionisio en griego, como su dios del vino y de la vegetación. Baco se lo pasaba debajo de una parra. Recogía uvas y hacia vino, el cual lo compartía con los sátiros de los bosques. Claro que los sátiros traían sus doncellas que habían conquistado para compartir el vino de Baco. Ya con la caña (ebrios) armaban una tremenda orgía. Unos de los sátiros se quedaban sin doncella y se armaba la tremenda pelea... entre sátiros, pues si se peleaban con Baco, se quedarían sin vino mañana.
Para los romanos Dionisos fue Baco desde sus primeros contactos con la cultura y la mitología helena. Baco fue objeto de culto en Roma, donde fue considerado dios del vino y de la inspiración poética, debido a que este dios, en edad muy temprana, descubrió la vid y de ella supo extraer el vino para luego regalarlo a los hombres buenos y, también, porque según algunos manuales, Baco utiliza la vid como arma en el combate contra los gigantes, además de otras armas como la yedra, las serpientes… Por este motivo llegaron a Roma el vino y las fiestas religiosas celebradas en su honor, que convertidas en una desenfrenada excusa para llevar su celebración al extremo, se transformaron en las bacanales, fiestas privadas que se convirtieron pronto en un punto escandaloso. En el año 186 a. C. el Senado romano promulgó una ley que prohibía la celebración de las bacanales y trataba de remitir el culto de Baco a su entorno más sagrado. En algo se redujo la publicidad de estas fiestas, pero la idea básica ya había calado profundamente en los ciudadanos. Rodeados de los atributos báquicos por excelencia, uva y vino, el festejo, centrado en la imitación del desenfreno adolescente del dios, las alegres correrías sensuales y sexuales de éste enloquecido por el placer, siguió existiendo hasta los últimos días de Roma.

*la historia siempre nos recordará que estamos condenados al fracaso, por ello adoremos al dios Baco