Existe un sitio
imperceptible a los sentidos,
un lapso breve,
un Aleph donde pueden observarse
las moléculas del cielo caer
cuando el techo del mundo se colapsa,
un lugar donde los sonidos se detienen
para ahogar su ritmo,
una zona de luz
semejante al confort de sus brazos
donde alojo ahora
las simientes que habrán de construirnos.